Decir “no” no te hace egoísta, te hace consciente de tus límites. Sin embargo, la culpa suele aparecer cuando creemos que debemos complacer a todos o tememos decepcionar.
Reconoce tu derecho a poner límites. Proteger tu tiempo, energía y bienestar es un acto de amor propio. Decir “no” es decir “sí” a lo que realmente importa para ti.
Cómo decirlo con asertividad:
- Usa frases claras: “En este momento no puedo comprometerme con eso”.
- Evita justificarte en exceso: una explicación breve es suficiente.
- Mantén un tono amable pero firme.
Reprograma tu mente. Cada vez que digas “no” con conciencia, tu cerebro aprenderá que es seguro y saludable hacerlo. La culpa se irá disipando cuando compruebes que poner límites no destruye vínculos, sino que los fortalece.
Decir “no” no cierra puertas, abre espacio para las oportunidades y personas que realmente suman a tu vida.
Empieza con algo pequeño hoy: identifica una petición que no quieres aceptar y exprésalo con respeto. Ese será tu primer paso hacia una vida más auténtica.